Los graves fallos de seguridad que permitieron el robo en el Louvre: "Hace un mes se apagó la alarma de una de las ventanas porque se activaba erróneamente"
El reciente robo en el Museo del Louvre ha desatado una ola de críticas sobre los fallos en el sistema de seguridad de una de las instituciones culturales más prestigiosas del mundo. Una de las voces más contundentes es la de Didier Rykner, historiador del arte, crítico y fundador del medio especializado 'La Tribune de l'Art', quien califica el incidente como el resultado de una cadena de negligencias "inaceptables" por parte de la dirección del museo.
Según Rykner, de 63 años y diplomado en la École du Louvre, una de las causas fundamentales del robo fue la desactivación de las alarmas en las ventanas del edificio. "Tengo información confirmada por varias fuentes, además de un documento que lo prueba: hace un mes se desactivó la alarma de una de las ventanas porque se activaba erróneamente", asegura. La desactivación habría provocado una vulnerabilidad crítica en el sistema de seguridad, que fue aprovechada por los ladrones.
De acuerdo con la información proporcionada por las autoridades, la alarma del museo sonó a las 9:37 de la mañana. Solo un minuto después, a las 9:38, los ladrones ya habían escapado del recinto. Este detalle, según Rykner, es crucial: "Esto demuestra que la alarma se activó cuando los delincuentes ya estaban dentro del museo, rompiendo la vitrina con las joyas. No se activó en el momento en que forzaron la ventana del balcón para entrar, lo cual indica que el sistema no funcionó como debería".
El historiador no descarta que la alarma pudiera haber sido reactivada antes del robo, pero los hechos indican lo contrario. "Evidentemente, si sonó cuando ya estaban dentro, es que no cumplió su función preventiva. Esto pone en evidencia una falla estructural en la seguridad del museo", añade.
Rykner también señala otras irregularidades que considera graves, como la presencia de un camión elevador en una zona peatonal del Louvre, en sentido contrario al tráfico y sin levantar sospechas. "Se ha justificado su presencia alegando que había un cantiere (una obra en construcción), pero en realidad lo único que hay en ese punto es un cercado que lleva años allí. No hay obras en curso. ¿Cómo es posible que un vehículo de esas dimensiones haya sido maniobrado allí una mañana de domingo sin que nadie se alertara?", cuestiona.
El crítico aprovecha este episodio para retomar una polémica de larga data: la gestión de los recursos del museo. En particular, Rykner ha cuestionado duramente la decisión de invertir cientos de millones de euros en la creación de una nueva entrada al museo, en lugar de reforzar los sistemas de seguridad existentes.

"En lugar de destinar cifras millonarias a proyectos de dudosa prioridad, como una nueva entrada, la presidenta del Louvre, Laurence des Cars, debería centrarse en garantizar la seguridad de las obras y del patrimonio que tiene bajo su responsabilidad. Su silencio ante lo ocurrido es, simplemente, vergonzoso", sentencia Rykner.
Otro que también ha reconocido los fallos de seguridad es el ministro de Justicia de Francia, Gérald Darmanin, quien reconoció este lunes que el robo proyecta una imagen muy desfavorable del país, al poner en evidencia un fallo en los servicios de seguridad. "Hay muchos museos en París, muchos museos en Francia, con valores incalculables en su interior", declaró Darmanin en una entrevista concedida a la emisora francesa 'France Inter'. "Lo cierto es que hemos fallado", añadió el ministro, asegurando que la policía logrará capturar a los autores del robo.
El Museo del Louvre, que cada año recibe a millones de visitantes de todo el mundo, se encuentra ahora en el centro de un escándalo que podría tener consecuencias institucionales. Si se confirma que las alarmas fueron desactivadas por fallos técnicos sin que se aplicaran medidas alternativas de seguridad, la reputación de la dirección del museo podría verse seriamente comprometida.
Mientras continúan las investigaciones para esclarecer los detalles del robo y recuperar las piezas sustraídas, las declaraciones de Rykner reavivan el debate sobre las prioridades en la gestión del patrimonio cultural francés. "Un museo como el Louvre no puede permitirse estos errores. No se trata solo de un robo, sino de un fallo sistémico que pone en riesgo nuestra herencia cultural", concluye.
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